El martes por la noche, el Presidente Lenín Moreno anunció, con categoría y claridad, las medidas que, con incidencia en los aspectos laboral, social y tributario, apuntan hacia la solución coyuntural y estructural de la crisis económico-financiera que afecta al país.
Nadie puede abstraerse a la realidad que demanda esfuerzo y sacrificio por parte de todos y cada uno de los ecuatorianos; y, consecuente con esa consideración realista, el Jefe de Estado ha tomado decisiones que son duras e incómodas, pero inminentemente necesarias, para asegurar el futuro del Ecuador.
En todo caso, las medidas del gobierno, son medidas que buscan la solución de los problemas heredados de un gobierno nefasto que duró diez años.
El despilfarro, la desproporción, el peculado, la asociación ilícita, son infracciones que, se convierten en una factura gigantesca que, aunque nos pese, tenemos que pagar los mismos sacrificados de siempre. Y, ante esa obligación inexorable, debemos seguir un camino que, para el gobierno, se ha delineado con las medidas adoptadas desde el martes.
La mayoría de la población ha sabido asimilar las medidas, toda vez que, no revisten la gravedad que, los especuladores y propaladores de falsos rumores, quisieron insertar en el sentimiento de los ciudadanos.
Pero, surgieron los aprovechadores dirigentes de la transportación que se quieren adueñar, de manera exclusiva, de una afectación que nos apunta a todos.
Entonces, toman sus medidas que, a diferencia de las del gobierno, no solucionan sino que complican; no piensan en el país, sino en el provecho particular de un sector; no benefician, sino que perjudican.
Los transportistas son necesarios, pero no son aceptados; su servicio es usado, pero no es preferido.
Siempre han querido hacer y, en determinadas ocasiones, han hecho lo que les ha venido en gana, sin respetar a nada, ni a nadie.
La ciudadanía no se ha hecho eco del paro de transporte, porque no se identifica con las atrocidades, ofensas, heridas y muertes que han ocasionado con su displicencia e irrespeto.
Es como un aborto espontáneo. El paro nació muerto y está destinado a extinguirse, porque sus intereses, son los intereses egoístas y antipopulares que la gente ha venido condenando desde hace mucho tiempo.