A pesar de haber obtenido la carta de naturalización como ecuatoriano, Julian Assange no tiene nada que ver con nuestra identidad nacional; sin dejar de considerar la forma ilegal o no, como se le concedió la nacionalidad ecuatoriana.
En una sorprendente muestra de ingratitud, se atrevió a demandar al estado ecuatoriano porque no podía hacer las cosas que no debe, considerando la hospitalidad y humanidad coyuntural del gobierno que lo admitió como asilado en la legación diplomática.
Assange dice que sufre, pero no sale de la embajada y, como si fuera poco, quiere que se le soporten sus antojos, sus descuidos, su desaseo y sus abusos. Ahora, insistirá en que se revoque el protocolo que le ha impuesto el gobierno para que pueda seguir en la casa ecuatoriana en Londres.