Según se registra en la leyenda, el cacique Guayas y la princesa Quil son los iniciadores de la estirpe indómita de los guayaquileños. En tiempos de la conquista, Sebastián de Benalcázar se acercó a territorios de la Costa para fundar la ciudad de Santiago.
La resistencia de los Huancavilcas liderados por Guayas impidió el cumplimiento de los propósitos del español conquistador, quien al poco tiempo, tomó prisionera a la pareja.
Guayas ofreció grandes riquezas a Benalcázar a cambio de su libertad. En la voracidad del ibérico, esto resultó una seductora propuesta, la misma que se cumpliría en la cima del cerrito Verde, en donde ocultaba los tesoros el cacique.
Llegados al lugar, Guayas tomó un puñal con el que atravesó el corazón de su mujer y, luego se suicidó, dejando a los españoles con la voracidad frustrada.