Por seguridad, no se puede decir los nombres de los jueces que no tienen la total libertad de administrar justicia en los casos que involucra al crimen organizado de la frontera norte. Los jueces de Quinindé y San Lorenzo tienen noches interminables de zozobra, debido al peligro que implica conocer y resolver asuntos en los que están involucrados disidentes de la guerrilla.
El estado es impotente frente a ese riesgo permanente, tanto para los magistrados de justicia, como para sus familiares, ya que no tiene la capacidad suficiente para garantizar la seguridad de los mismos.
Frente a esa circunstancia callada, pero evidente, qué más podemos esperar de los jueces, por muy probos y valientes que sean?… La respuesta es fácilmente deducible, en base a la escala de valores que todos los seres humanos tenemos y de la que, no puede marginarse a la familia.