Desde el año 2013 en que fue creada, la Superintendencia de la Información y Comunicación logró tramitar un poco más de mil denuncias. Sin embargo, contó con un privilegiado presupuesto que casi alcanzó los 60 MILLONES de dólares.
El único Superintendente de la Comunicación que se nombró y posesionó fue Carlos Ochoa, quien fue destituido por la Asamblea Nacional, a pesar de ya haber sido cesado por el Consejo de Participación Ciudadana Transitorio.
Desde su nacimiento se convirtió en una especie de “Gestapo” de la información, por supuesto a favor del régimen “correista” y en desmedro de los medios y el derecho a la comunicación.
El triste legado de la SUPERCOM fue únicamente su inobjetable aporte al incremento de la obesidad del estado, pues en tan sólo cinco años de existencia el personal se multiplicó por 16. En el 2013, la SUPERCOM contaba con 21 personas y en el 2018, son nada más y nada menos que 325.